Querida Pandora. Anoche soñé contigo. Ibas caminando por una carretera desierta, a la hora del crepúsculo. El sol se estaba poniendo y tú caminabas de frente a él, de modo que tu sombra se hacía muy, muy alargada, casi casi tan alargada que tocabas con la cabeza el lugar del que provenías, muchos kilómetros atrás. Me pregunto qué hacías ahí, en medio de todo aquello, abarcando con tu figura todo el paisaje, caminando sin rumbo fijo mientras sostenías una rosa roja en la mano derecha. También me pregunto qué hacías con esa rosa en la mano, y por qué estaba tan fresca y perfumada, porque la rosa desprendía ese inconfundible olor a te quiero. Igualmente, también me pregunto por qué yo era capaz de percibir ese olor, cuando yo, hace ya mil años que dejé de creer en el amor. Supongo que es porque tú sí que crees en él. Y de ahí el por qué de esta carta. Para recordarte que nunca dejes de creer. Te envidio tanto...
Bueno, en fin, un beso.
Preciosa carta.
ResponderEliminarCómo que no crees en el amor?? Tendré que venir más seguido por acá y contagiarte :) Saludos
ResponderEliminarAy! Cuántas veces tendré que aclarar que gran parte de lo que aquí se lee es pura ficción...
ResponderEliminarMe repito preciosa carta. Pandora debe estar muy orgullosa de tí. Relatas el amor en su estado má real que pueda existir. Pas de cibernauta
ResponderEliminarEstoy contigo en lo de no creer en el amor...
ResponderEliminarOjalá un día llegue el amor y os haga tragar vuestras palabras... os lo deseo de corazón y con el máximo cariño :-)
ResponderEliminarSí, no es real...
M
Pandora ya tiene su importancia. Lo digo por lo de II.
ResponderEliminar¿rayajo, quién es "yo"?
ResponderEliminar¿Y quién es Pandora? Qué bonito. Veo que estás inspirado. No veas que productividad.
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