martes, 16 de junio de 2009

El piano


Chopin - Nocturne in B-flat minor, opus 9 No. 1








Desde niño llevo un piano metido en la cabeza... No sé si lo amo o lo aborrezco. Podría decir que envidio a mis dos hermanas, que aprendieron y sacaron todos los cursos de conservatorio, solfeo, piano, armonía... podría decir que las envidio porque tuvieron la oportunidad que yo no, pero sería mentira. Sí que la tuve y la desperdicié, como un gilipollas. El caso es que no se acercan a un piano ni queriendo.

Escucho cosas como esta, y me inundan recuerdos de infancia, piano, piano, más piano!! Mis hermanas practicando, Chopin, Tchaikovsky, Rachmaninov... la discoteca de mi padre era tan extensa... Desde niños fuimos sistemáticamente torturados con música clásica en el coche. No sé vosotros 4, pero yo adoraba esa tortura. Sinceramente no sé si la adoraba, pero al menos me ha terminado gustando. Ahora le pregunto al desmemoriado ser que puebla una de las soleadas habitaciones de casa de Mamá por obras concretas, y no sabe decirme cuáles son. Supongo que básicamente porque a veces ya no acierta ni a abrocharse los botones de la camisa...

El caso es que envidio la capacidad de todos aquellos que pueden desplegar sus manos sobre un teclado y hacer hablar a su alma de ese modo tan especial. Por eso busco incesantemente esas obras. Por eso entre otras muchas cosas adoro la película Betty Blue, y a María José Hernández. Por eso llevo más de 5 años pidiéndole a Alba que nunca deje de tocar el piano. Por eso aprendí yo sólo a tocar la guitarra, y por eso escribo hoy aquí esta estupidez.

sábado, 13 de junio de 2009

Cuadraditos verdes

Otra vez lo he vuelto a hacer. No sé cómo me las apaño, pero siempre me organizó al revés. El día se presentaba fácil pero al final la he cagado. Si busco al principio, está al final, si busco al final, está al principio. De todas las opciones, la correcta siempre será la última que escoja, y generalmente la escogeré tarde, como hoy. Al final el cliente se hartó de esperarme y se ha largado, así que me doy de bruces con una puerta cerrada.

Sentado en los escalones del rellano, dejo caer los bultos, y apoyo la cabeza sobre mis manos, me froto los ojos, qué cansancio, y vuelvo a ver esos cuadraditos verdes, esa especie de malla de formas psicodélicas, esa especie de tela ondulada, estampada de cuadraditos verdes y blancos, que siempre se presenta cuando me froto, o más bien aprieto los ojos. Le he preguntado a montones de personas, y todas me miran como si estuviese loco... Me pregunto por qué sólo los veré yo...

viernes, 5 de junio de 2009

25 años


25 años hace que nació esa adictiva maravilla llamada TETRIS.  Google lo ha celebrado con este encabezado que veis. Reconozco haber pasado tardes enteras liado con el dichoso jueguito, y me quito el sombrero ante su inventor. Feliz Cumpleaños!!


(25 minutos despues...)

...pero adictivo eh ??? ya me estoy comiendo el desayuno frío!!!

Quién se pica conmigo?

lunes, 1 de junio de 2009

eL eXpediente 0134 de reix

No sé para qué me esfuerzo en escribir nada. Voy a desplazar mi propio post, eclipsarlo totalmente porque disfruto mil veces más leyendo una maravilla como ésta, que escribiendo lo que sigue un poco más abajo.

No me canso de releerlo, reix. Es como subir en una montaña rusa con los engranajes perfectamente articulados y engrasados...

Grandes avenidas...



Grandes avenidas, calles soleadas, mucho asfalto y adoquines, antiguos sembrados, acerados y con farolas. Al fondo, la calle se interrumpe y se ve el campo: es el límite de la población. Un edificio recién construido, al borde del pueblo o la ciudad, en la acera de enfrente no hay nada, o ni siquiera hay acera de enfrente.

El sábado fui a instalar una línea en un bloque de pisos nuevo. La moda aquí es el edificio amplio, de dos, a lo sumo tres plantas, la última planta es llamada sistemáticamente "Ático"... da lustre. Para mí tienen algo mágico: como han sido construidos en el límite de la población (donde había terreno), están al borde, y por regla general son lugares tranquilos y soleados. Tranquilos porque la calle, que es nueva, no suele tener salida, sino acabar en un sembrado. Una calle que no lleva a ninguna parte, excepto al vado de entrada al garaje. Tráfico nulo. Soleados porque aun no se ha construido nada enfrente. Suelen también dar al campo, por lo que las vistas son deliciosas, y el tiempo, bueno, frío que pela en invierno, y en verano, calor achicharrante de día, fresquito de noche.

Pero lo que más me cautiva es el olor a nuevo de esos edificios. Ese olor a maderas nuevas, a yeso a medio secar, a barnices. Ese olor a "¡qué bien, cariño! por fin vivimos juntos" Todo el mundo debería de tener la oportunidad, amen de tener una vivienda digna, de poderse cambiar de vez en cuando a una nueva, para vivir nuevamente esa sensación.