miércoles, 25 de agosto de 2010

vAlderribas 35

Madrid. 25 de Agosto de 2010. Son las 11 de la mañana, y me despido cortesmente del dueño del hostal con idea de salir a dar una vuelta. Me quedan 7 horas y media por delante hasta la salida del autobús, y no se me ocurre qué hacer, aunque supongo que acabaré haciendo lo de siempre. Tengo idea de ir a desayunar, pero no sé dónde porras meterme, así que de un modo casi automático me dejo llevar hasta la boca del metro, tomando una dirección al azar y acabando indefectiblemente en atocha, donde me bajo y salgo a la calle. Mi objetivo ya es claramente la calle Valderribas. Valderribas 35, Valderribas 35, Valderribas 35, lo tengo grabado a fuego en la cabeza y en el corazón, de un modo completamente indeleble. La canción es muy bonita y romántica, realmente la he puesto porque es lo que se ha puesto a tocar en el vagón de metro un muchacho que pedía unas monedas, después de salir de allí, y he pensado: qué apropiada!

De primeras me he encontrado el portal cerrado. Había dos personas sentadas al fondo del patio, pero no parecían muy inclinadas a levantarse para venir a abrirme, así que he suspirado y me he vuelto para mirar a mi alrededor. De pronto me he topado con el "mercado de pacífico" Joder! allí sigue!! Y apretando el paso me he dirigido a él: ya se sabe, que los mercados cierran pronto, en cuanto se acaba el género. Estaba abierto. Y cuando he entrado, y me he visto frente a esa escalera que se bifurcaba en dos, izquierda de bajada y derecha de subida, he ido notando, según subía los peldaños de granito, como por ellas se me iban cayendo años, rebotando escaleras abajo, hasta que me he teletransportado a mis, quizá 6 o 7 años. Me estoy armando de valor para soltar alegremente que los ojos se me han inundado de lágrimas cuando he visto ese mercado que sigue tan malditamente igual, y me he acordado de mi tía Pili bajando conmigo las escaleras, y de las porras para el desayuno, y de la maquinilla de afeitar eléctrica de mi tío Ricardo, y de la calle en cuesta que había que superar, y de la que yo me quejaba tanto porque tan larga me parecía, para llegar a la boca de metro más cercana, Menéndez Pelayo.

Me he sentado en un puesto que era un bar, y me he pedido un café y un trozo de bizcocho, y mientras me lo comía le he preguntado al camarero: este mercado lleva aquí mucho tiempo verdad? Ufff, me ha contestado, al menos que yo sepa, 50 años.

Después me he acercado de nuevo al portal, pasando antes por al lado de la iglesia, la parroquia Nuestra señora de la Paz, iglesia moderna de ladrillo visto rojo y puertas blancas, y he observado cómo el poyete de granito que hacía de baranda de la escalinata, no era ni mucho menos tan alto como lo veía de niño. Una vez llegado al portal, esta vez he sido más afortunado. Un vecino salía, así que he aprovechado para entrar. El edificio de viviendas tiene un patio en medio, con un caminito central solado con losas típicas de acera gris, y con unas zonas ajardinadas delimitadas por unos setos que están, al menos, el doble de altos que entonces. El patio separa la escalera exterior de la interior, a la que se accede, como es evidente, atravesando el patio. Y allí, allí en aquella escalera interior, en el bajo, es donde vivían mis tíos, Ricardo y Pili, pareja singular donde las hubiera, sin hijos, que disfrutaban de lo lindo consiguiendo que, como todos los veranos, mi madre nos mandara para allá, y viviendo con nosotros las más variadas aventuras, como por ejemplo ir al zoo de la casa de campo, o al parque de atracciones, la piscina, salir de noche a cazar cucarachas con una escopeta de aire comprimido, o irnos de camping. Mi tía Pili, a la que siempre la recuerdo enferma, pero con una vitalidad que ya la quisiera yo para mí actualmente, murió de cancer a finales de los 70. Aún la recuerdo la última vez que la vi, saludandonos desde la ventana del hospital, porque a nosotros ya no nos dejaban verla de cerca. Mi tío vino a compartir conmigo un par de veranos. Yo le quería con locura. Luego se encargó de que recibiera una de las peores noticias que me han dado en mi vida: la de su muerte. No pudo soportar la vida sin ella, estoy seguro de eso. Dicen que fue un infarto, efectivamente... tenía el corazón roto. Cada vez que voy a Madrid termino aterrizando allí, cual peregrino, a ver si atisbo el más mínimo detalle que mi memoria haya podido enterrar. Y allí, de pie en el portal, de pronto distingo en uno de los buzones el nombre de DIMPNA. (Así se llamaba la vecina de arriba) Madre mía! no me lo puedo creer! Aún vive? Me armo de valor y toco al timbre de su vecina de enfrente, que me observaba recelosa desde la ventana de su cocina cuando entré al patio.

Perdone que la moleste. Mire, yo hace muuuuchos años venía aquí a casa de mis tíos Pili y Ricardo, que vivían aquí abajo.

Ella asiente sonriendo

He visto el nombre de Dimpna en el buzón... esta señora aún vive?

No, murió hace unos dos años

Vaya. Si hubiera vivido me habría encantado saludarla.

Claro, asiente ella sonriendo nuevamente, pero lamentablemente ella ya murió.

Intercambio con la vecina varias frases corteses más y luego le digo: bueno, no la molesto más... me gusta venir por aquí de vez en cuando.

Ella sonríe de nuevo y se despide amablemente.

Salgo atravesando el patio, y me dirijo a la calle, sintiendo una tremenda sensación de pérdida.

6 comentarios:

  1. Qué historia tan bonita y tan triste a la vez. Pero siempre te quedarán los buenos recuerdos.

    ResponderEliminar
  2. Que emocion ... Gracias por este momento :) Gracias, gracias, gracias. Un gran beso y un abrazo

    Dimpna es la que le pegaste la planta con fixo, no? ;)

    ResponderEliminar
  3. Se me ha olvidado decir que a veces pienso que sí que me gustaría que hubiera otra vida después de esta, para poder encontrarme en ella con vosotros dos...

    ResponderEliminar
  4. jajja, sí, lo que pasó es que le rompí una hoja de una planta de esas que tienen hojas muy grandes. Y cuando me llamaron la atención, yo, todo apurado, le dije: Pero eso se podrá pegar con fixo, no?

    ResponderEliminar
  5. Ya ves, que dos genios y que dos grandes personas. Sin ellos no seriamos igual, estoy segura. Dos personas de esas que llevas siempre en el corazon y SIEMPRE quieres. Ay, que lindos :) Paro, que me emociono....

    ResponderEliminar
  6. Qué triste! Me quedé yer Sin palabras.
    Si que es verdad lo que dices de la canción

    ResponderEliminar