Y por lo tanto, Finton decidió dedicar toda la semana a construir un bello castillo de arena en aquel lugar tan bonito y fresco, a la orilla del mar. Pero como era consciente de que las olas podían atacarlo despiadadamente, se entretuvo, usando de todas las artes y herramientas a su alcance, en construir delante toda una proeza de la ingeniería entre barreras, muros, túneles y fosos ramificados que desviaran todo ese ímpetu del mar lejos de su preciado castillo, de su fortaleza, de su refugio de tranquilidad y serenidad...
Luego llegó la primera ola y FLASH!
Joder...
Quizá se puso demasiado cerca de la orilla y deberá construirlo más adentro de la tierra.
ResponderEliminarEso nos pasaba siempre en el mar Cantábrico, no importa donde hicieses los castillos siempre subía el mar y te los tumbaba.
ResponderEliminarno se puede luchar contra lo inevitable, aunque es un deber moral intentarlo.
ResponderEliminarqué hijadeputa la ola.
abrazos
pero es que a quien se le ocurre....
ResponderEliminarQué triste, cuando el castillo se derrite por la ola. Aunque es verdad lo que dice silvu; hay que hacerlos más adentro. Alguna vez he visto Concursos profesionales, y los ponen tan adentro, que están ya en la calle, casi. La vida es así, te 'construyes' a veces una 'ilusión' y en dos segundos, desaparece. Pero bueno, volveremos a levantar otro castillo.
ResponderEliminarEso digo yo Glau...
ResponderEliminarSe está mejor en la sombra del chiringuito... y dejamos los castillos para otros...
ResponderEliminarBueno, pues tendrá que empezar a construir otro.
ResponderEliminarY ésta vez, que haga caso de la gente y se retire un poco.
¡Qué cabronazo eres! :-) ¿Quieres dejar ya al pobre Flinton, que no paras de darle candela?
ResponderEliminarM
Jajajaja M. Genial apreciación!
ResponderEliminar