domingo, 22 de noviembre de 2009

fInton

Finton Candela está de pie junto al quicio de la puerta de la habitación, mirando hacia esta, justo debajo del marco, vamos, tan justamente debajo que si la puerta fuera una guillotina y cayera la cuchilla, ésta cortaría a Finton justo por la mitad.

Finton mira al estropicio que se extiende ante sus ojos: La estantería que tanto tiempo invirtió en montar, y que poco a poco fue rellenando de recuerdos, objetos personales y decorativos que había ido recolectando en sus viajes, ha cedido y se ha venido al suelo con un estruendo difícil de describir con onomatopeyas escritas con simples palabras, y que lo sacó bruscamente del ensimismamiento al que se había sometido sentado en la mesa de su cocina con una taza de café con leche entre las manos. ¿Qué es lo que ha fallado? ¿los anclajes? ¿la pared? ¿estaba acaso mal construida la estantería?

Parado allí, bajo el marco de la puerta, contempla todos los restos esparcidos de lo que fueron su estantería y sus recuerdos, y tras largo rato contemplando, suspira y, resignado, musita: mierda...

1 comentario:

  1. A mí se me han caído estanterías cientos de veces y han sido los soportes, que eran bastante malos.
    Y me da una rabia cuando me pasa...!

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