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domingo, 29 de noviembre de 2009

Barça!! Barça!! Baaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaarça!!

Hoy a Finton le han dado de ostias. Simplemente porque iba por la calle con una camiseta del Barça, y ya sabéis, le ha tocado pagar el pato de la victoria del Barça sobre el Madrid. De los 3 ó 4 tíos con los que se ha topado, y que le han dicho culé negrito de mierda (curioso, porque Finton no es negro, aunque tampoco es blanco, todo hay que decirlo) un par de ellos le han dado manteca por ir vestido del barça (la verdad es que se lo ha buscado, este Finton es un provocador). Los otros dos igual le han dado por negro, o quizá por tonto y por ser extranjero que no se entera de la misa la media, que aquí en España los colores se defienden a sangre. (Los del fútbol, porque en las cuestiones políticas o solidarias ya cojeamos un poco - bueno, podemos gastar importantes cantidades defendiendo a las focas del ártico sin acordarnos de que la vecina del quinto tiene un niño con esclerosis múltiple y que como no tiene trabajo, ambos pasan una poca de hambre-)

En fin, que Finton Candela ya ha pagado la novatada. Mientras camina hacia casa maldice su suerte y piensa: qué carajo me importará a mí si han perdido o ganado, que a mí lo que me gusta es verlos jugar. Total, que mañana me adecentaré el ojo morado y a currar, y a poner buena cara, que igual si cuento esto se piensan que soy un camorrista y luego vienen los problemas.

Para ROMBO, que le gusta Kafka...

domingo, 22 de noviembre de 2009

fInton

Finton Candela está de pie junto al quicio de la puerta de la habitación, mirando hacia esta, justo debajo del marco, vamos, tan justamente debajo que si la puerta fuera una guillotina y cayera la cuchilla, ésta cortaría a Finton justo por la mitad.

Finton mira al estropicio que se extiende ante sus ojos: La estantería que tanto tiempo invirtió en montar, y que poco a poco fue rellenando de recuerdos, objetos personales y decorativos que había ido recolectando en sus viajes, ha cedido y se ha venido al suelo con un estruendo difícil de describir con onomatopeyas escritas con simples palabras, y que lo sacó bruscamente del ensimismamiento al que se había sometido sentado en la mesa de su cocina con una taza de café con leche entre las manos. ¿Qué es lo que ha fallado? ¿los anclajes? ¿la pared? ¿estaba acaso mal construida la estantería?

Parado allí, bajo el marco de la puerta, contempla todos los restos esparcidos de lo que fueron su estantería y sus recuerdos, y tras largo rato contemplando, suspira y, resignado, musita: mierda...